No hay guerra peor
que la que pierdes y ganas,
con una baja a favor
y en contra unas cuantas canas.
Los heridos en la batalla
que reprochan con saña
ni mueren ni callan
en hospitales de campaña.
Las viejas heridas,
sin cicatrices,
que duran toda la vida
en corazones sin latidos
que duelen cuando
va a cambiar el tiempo perdido.
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