El diseñador y el pintor empiezan del mismo modo.
Cada uno tiene ante sí un espacio en blanco en el que dibuja
las líneas principales de su composición. De esto depende todo
porque la delicadeza del tono o la armonía del color
no pueden remediar una mala proporción.
La composición es la mayor ayuda para el dibujo representativo
porque cultiva el juicio en cuanto a relaciones de espacio y masa.
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